Esta tarde vi llover, vi el cielo llenarse de nubarrones negros, muy negros. Vi como el Sol se escondió abruptamente y dejo de brillar, vi como las hojas de los arboles eran arrancadas de sus ramas mientras el viento incesante e inclemente ponía a prueba la fuerza de las raíces.
Esta tarde vi llover, justo cuando habíamos tenido una mañana soleada. Vi las flores del jardín morir a causa de la tormenta, vi el pasto ahogarse entre granizo que con cada golpeteo lo va quemando sin misericordia. Vi aves muertas en la calle debido a la intensidad del viento, a la fiereza de la lluvia y del granizo.
Corrí y corrí para no mojarme mientras a mi paso veía a la gente caminar tranquilamente, no pude ver si traían sus respectivas sombrillas o si usaban impermeables pero pues esa es su bronca, yo tenía que correr para no empaparme y agregar un resfriado a la ecuación.
Al llegar a casa sentí que mi rostro estaba mojado. Lleve mis manos hacía el y un gran vacío se apodero de mi puesto que de mis ojos brotaba una gran cantidad de lágrimas y estas recorrían mis mejillas.
Aterrado me doy cuenta que no hay rastros de la tormenta, el sol brilla, el cielo esta despejado, este día siempre lo estuvo sin embargo yo sigo escuchando los truenos a la distancia.